Steinbeck y Capa en Rusia

La colaboración entre el nobel de literatura  John Steinbeck y el fotoperiodista más famoso de la historia Robert Capa, es suficiente atractivo para echarle el guante al libro » Diario de Rusia«. Se trata de un reportaje  o un libro de viajes, como prefieran, que Steibeck hizo para el New York Herald Tribune, poco después de finalizar la segunda guerra mundial. Steinbeck y Capa estuvieron en la antigua URSS entre julio y septiembre de 1947 y ya advierte el escritor que deseaban » evitar la política y hablar con la gente, los granjeros,ver como viven y tratar de hablar de ellos a nuestra gente para un mayor entendimiento».

La convivencia entre el escritor y el fotógrafo no exenta de humor, las dificultades burocráticas  y de transporte para moverse en el país de los soviets,  o la precariedad de la vida de los moscovitas trufra el relato del viaje, con descripciones de la vida rural y de convivencia de los campesinos en Ucrania y Georgia.  Es un relato subjetivo donde la figura del dictador Stalin  tan sólo es comentada ante la proliferación del culto a su personalidad en forma de cuadros, carteles y estatuas, pero ni Steinbek ni Capa se acercaron, ni de lejos, a los dirigentes políticos rusos.

El nobel y premio Pulitzer, con un escaso conocimiento de la realidad rusa de la época, deja claro que su principal descubrimiento es que » la gente rusa es gente, y como sucede con otra gente, es muy agradable (…) y quieren las mismas cosas que todo el mundo: una buena vida, bienestar, seguridad y paz«.

Steinbeck es consciente de que su relato no satisfará a unos y otros, » a unos por pro-ruso y a otros por lo contrario», mientras que las numerosas fotos de Capa  sirven para hacernos una idea de como estaba el país, tan solo dos años después de la guerra mundial.

Como epílogo humorísco propongo recordar una de las sátiras  del gran  Billy Wilder sobre la necedad de la confrontación  política entre rusos y americanos que vivieron y vivimos durante décadas. El fragmento es de la película » Uno, dos, tres«, y fue un fracaso de taquilla en su día (1961) ya que cuando se rodaba  en la capital de Alemania fue levantado de la noche a la mañana el muro de Berlín.

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