En estos tiempos de tribulación social y política, donde las trincheras sustituyen a la razón y el entendimiento, conviene evadirse durante algunas horas para no ser devorado por lo más necio que muchas veces ofrece el ser humano. La literatura es una de las herramientas que mejor combaten la estupidez y como dice el escritor Muñoz Molina «Leer es el único acto soberano que nos queda», así que hace unos pocos días abordé uno de los libros que más curiosidad me ha producido en los últimos meses: Los amores perdidos (Plaza&Janés) de Miguel de León, cuya lectura había aplazado por una causa u otra para mejor ocasión y que felizmente me ha supuesto un gran goce como lector, que al fin y al cabo es lo que debe procurar la buena literatura.
Los amores perdidos es un mosaico de vidas que transcurren a lo largo de varias décadas cuyo epicentro es la localidad imaginaria de Terrero, ubicada en una isla canaria. La vida paralela y enfrentada de dos familias, los Quíner y los Bernal conforman el ovillo de una trama de la que irán deshaciéndose hilos portadores de vidas frustradas, odios cainitas, asesinatos, amores mercenarios, caciques ambiciosos (Dolores Bernal) y venganzas, a los que se contraponen historias de personajes de decencia inquebrantable (Arturo Quíner o el médico Alfonso Santos) y conmovedoras mujeres ( María Bernal, Alejandra Minéo) que llevan el relato a un destino donde los amores perdidos se transforman en amores encontrados.
Hay en la novela de todo: amor, asesinatos, violencia sexual, tramas de investigación policial, amores no correspondidos, descripciones de lugares y ambientes donde el lector es transportado magistralmente por la sabia pluma del autor, en un relato que en su conjunto conduce a los lectores por sus casi 600 páginas como si viajara en un Rolls Royce, sin sobresaltos estilísticos y con una prosa fluida y que a buen seguro no es fruto de la casualidad, sino de un trabajo que Miguel de León ha pulido durante años.
Miguel de León es un hombre curtido que peina canas, nacido en La Laguna (Tenerife) hace casi 60 años, y ha tenido la osadía de escribir su primera novela para verla publicada por una gran editorial.El pasado año fue una de las más vendidas en España. Los amores perdidos merece tener una prolongada vida literaria por su trama, personajes y estilo (e incluso uno se imagina esta historia llevada a la pequeña pantalla). Ahora Miguel de León tiene un reto importante: regalarnos una nueva novela con la calidad que ha acreditado en su debut. Hasta entonces podemos disfrutar de Los amores perdidos, un ejercicio que procura satisfacción, emoción y placer en definitiva. Debería venderse también en las farmacias.