Un viaje sinfónico hispano-ruso

Simone Lamsma al violín y el director Daniel Raiskin en un momento del concierto. Foto: Auditorio Tenerife/ Miguel Barreto

La velada llevaba por título «De España a Rusia» y no se trataba de un aperitivo del próximo mundial de fútbol, que todo llegará, sino de un estupendo programa que ofreció ayer la Orquesta Sinfónica de Tenerife en el Auditorio de la capital, con obras de  Turina,  Prokófiev y  Shostakovich.

La Procesión del Rocío es un poema sinfónico que el maestro  Joaquín Turina compuso en 1912, lleno de alegría, luminosidad, evocador de paisajes y sonoridades españolas, amén de contener unos compases de la Marcha Real.  La Sinfónica interpretó de forma brillante la obra bajo la dirección briosa de Daniel Raiskin. La jornada hispano-rusa no pudo comenzar mejor.

El programa nos trasladó después a Rusia, o mejor dicho a uno de sus compositores más reconocidos como es  Sergéi Prokófiev, cuyo Concierto para violín y orquesta nº 2 en Sol menor protagonizó la violinista holandesa Simone Lamsma. El concierto que curiosamente fue estrenado en el Teatro Real de Madrid en 1935, sirvió de forma perfecta para que la violinista hiciera una demostración de su gran técnica y capacidad para transmitir emociones de forma brillante y sentida, arropada por una orquesta cuya interpretación fue  acorde con el nivel de la solista. Simone recibió una entusiasta ovación al término de la obra y generosa regaló al público una propina con la firma del gran Eugène Ysaÿe. Solo por esta delicatesen merecía la pena el concierto.

Llegamos al descanso con la sensación de estar asistiendo a un gran evento aunque el ambiente era frío en el hall del Auditorio, no diría que siberiano, pero casi, gracias a las gélidas corrientes de aire habituales. Hubo quien tomó un Cola-Cao para entrar en calor. No es broma.

Pero hubo más y mejor, si cabía esperar. Nos aguardaba la Sinfonía nº5 en Re menor de Dimitri ShostakovichLa obra que compuso en 1937 el director sirvió para regenerar en parte las feroces críticas que cosechó pocos años antes su ópera  Lady Macbeth de Mtsensk, por la que fue acusado de populista y snob que en aquellos tiempos de las purgas de Stalin podía acabar con tu carrera o con tu vida.

Daniel Raiskin dirigiendo a la Sinfónica de Tenerife Foto: Auditorio de Tenerife/ Miguel Barreto

La sinfonía de Shostakovich dividida en cuatro movimientos ofrece pasajes líricos, los menos, dramáticos, nostálgicos o abrumadores como los incluidos en el tercer y cuarto movimiento que según algunas interpretaciones históricas son un homenaje a las víctimas del terror estalinista que también sufrió durante casi toda su vida el compositor ruso. El caso es que la orquesta estuvo impecable, sentida en la ejecución de la obra y cosechó una tormenta de aplausos acorde con la sonoridad de la sinfonía. Especialmente celebrada fue la dirección de Daniel Raiskin, reconocido como pocas veces hemos visto por los propios músicos de la Sinfónica. Merecido elogio, sin duda.

Así concluyó el viaje sinfónico «De España a Rusia», el futbolero será el mes que viene y será harina de otro costal.

 

 

 

 

 

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