Una Traviata con aroma tinerfeño

Francos Castor y Milica Ilic en un momento de La Traviata. Foto: Auditorio Tenerife/ Miguel Barreto

Puede que fuera el formato –Ópera Pocket– pero lo cierto es que ayer en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna parecía uno sentirse como en casa. Llenos el patio de butacas y los palcos, en los minutos previos vimos poca gente endomingada y sí alguna escena de ambiente familiar, como la señora que aprovechó la espera para el  inicio de la función provista de agujas de tejer dando forma, con puntos del derecho y del revés, a lo que nos pareció de lejos una manga o un bufanda, en este último caso muy apropiada para sobrevivir a las primaveras  laguneras.

Sobre el escenario nos esperaba la representación de la ópera más famosa de Giuseppe Verdi, La Traviata, con un elenco destacable: la soprano  Milica Ilic en el papel de Violetta; Francesco Castoro como Alfredo Germont; Daniele Terenzi como Giorgio Germont, todos ellos como pesonajes principales junto a cantantes como el lanzaroteño Borja Molina o la conejera Maria José Torres. El Coro y la Orquesta de la ópera de Tenerife, estaba dirigida por Alessandro Palumbo, mientras la dirección escénica llevaba la firma del también tinerfeño Alejandro Abrante.

Uno tuvo la sensación de que el público quizá deslumbrado por el bello escenario, y el deslumbrante vestuario de los intérpretes, no entró en ambiente hasta la llegada de la famosa aria Libiamo ne’lieti calici (Brindis). A partir de ese momento, al inicio de la obra, Milica Milic fue dejando sobre le escenario una interpretación bella, sentida, a veces emocionante, cerrada con un estremecedor  Addio del passato  que provocó una ovación encendida.

El tenor Francesco Castoro, en su papel de enamorado y despechado Alfredo fue un buen contrapunto de la bella Violetta, con una estupenda interpretación del aria Lunge da lei…De’ miei bollenti spiriti, así como el los dúos con la soprano.

Francesco Castoro (sentado)y Daniele Terenzi. Foto. Auditorio de Tenerife/Miguel Barreto.

Quizá fue el barítono Daniele Terenzi quien más cuerpo dio a su personaje, tanto en los  pasajes con  su «hijo» Alfredo como en los compartidos con Violetta. Sus intervenciones fueron espléndidas y muy celebradas por el público.

El coro y la orquesta no desmerecieron en absoluto el gran nivel artístico y musical de la ópera, que tras tres horas, con sus correspondientes descansos para facilitar los cambios de escenario y vestuario, bajó el telón entre una  larguísima ovación y ¡bravos! con el que público, por cierto muchos de ellos jóvenes, dejó clara muestra de su satisfacción.

A la salida chispeaba, la temperatura era muy fresquita y me acordé de la tejedora.

 

 

 

 

 

 

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