Vivir en el País Vasco es someterse a paradojas continuas. Por ejemplo, Vd puede tropezarse una soleada mañana de verano por el paseo de La Concha de San Sebastián con la más ilustre aristócrata de España, Cayetana Fitz-James Stuar, es decir la duquesa de Alba, que amablemente corresponderá a quienes se acerquen a saludarla. Podrán escucharla, en una entrevista radiofónica de Juan Mari Mañero en Punto Radio, cantar el himno de Guipuzcoa en euskera http://bit.ly/NXvmCe y contar que su fiel cocinero, Jose Juan Castillo, abandona momentáneamente su merecida jubilación para que la duquesa Alba vuelva a disfrutar de los chipirones en su tinta que tantas veces pidió en Casa Nicolasa.
Hasta aquí una de reportaje para el Hola y similares, pero a no muchos metros de donde doña Cayetana, Arzak y algunos se ponen morados de chipirones y piparras ( guindillas fritas, si observan la foto), tienen lugar hechos que muestan la otra cara de la moneda.
En el Ayuntamiento de San Sebastián, a esa misma hora, tiene lugar un pleno que dirige su alcalde Juan Carlos Izagirre ( Bildu) y se produce una polémica cuando el concejal del PSE Ernesto Gasco habla de » las amenazas sufridas durante años» a lo que la responsable de cultura Nerea Txapartegui ( Bildu) comenta » por algo será». Cabreo general, abandono del pleno de los concejales de PP y PSE y exigencia de rectificación por entender claramente que se justifica la violencia. Veremos en que queda. El asesor del alcalde, Josu Ibazeta tuvo que dimitir hace unas semanas por amenazar de muerte a unos aficionados que celebraran en las calles de San Sebastián la victoria de la selección española en la eurocopa.
A los adalides de la izquierda abertzale les hace falta más gimnasia democrática y menos tinta negra en su convivencia política y social.