El golfo y los apandadores

euro-76015_1920  Hasta donde se, por experiencia mas que nada, nos sentamos sobre nuestras posaderas aunque existen otros métodos más incómodos. Así estamos, ahítos de asombro, ante las últimas fechorías de quienes rigen nuestros destinos que diría el innombrable. Al PP, sin embargo, le ha salido un grano el culo, que amenaza con forúnculo y tiene por nombre Luis Bárcenas.

Que el ex tesorero del PP no era trigo limpio quedó patente cuando las huestes de Génova le invitaron a largarse y a entregar el carné del partido, una vez imputado en el caso Gürtel. Pero lo que no esperaban los autores de tan sutil estrategia, es que el guardián de los tesoros del PP tuviera un as en la manga, como buen tahúr, en forma de suculenta cuenta bancaria en tierras suizas y que una vez descubierto el pastel, amenazara con poner la mierda ante el ventilador para esquivar el camino que le puede llevar a cambiar su condición de imputado por la de convicto.

Los responsables populares han respondido con presteza : «no me consta», «no era dinero del partido»; «nadie me ha contado que recibiera sobres con dinero»,» Bárcenas no esta ya en el partido«. Vamos, igual que cuando coges a un niño con las manos llenas de chocolate y niega que se comiera el pastel.

Es el propio ex tesosero quien sabe de donde provienen los 22 millones de euros detectados en la cuenta de Suiza y  si hubo reparto de sobresueldos. Anunciar una auditoria interna y otra externa a estas alturas de la película da un poco de risa, ya sabemos como funcionan. Si son parecidas a las del Banco de España o a las famosas pruebas de estrés bancario (recuerdan, ¿no?) vamos listos.

El cabreo social generado por este asunto no es menor que el suscitado entre las filas del propio partido y el PP tiene la oportunidad de levantar alfombras, exigir responsabilidades, hacer rodar cabezas e implantar en su organización otra forma de hacer las cosas, sin olvidar por supuesto que en el partido hay mucha gente honrada a carta cabal, incluso quienes se han jugado literalmente la vida, como  le ocurrió a Gregorio Ordóñez, de quien recordamos estos días el 18 aniversario de su asesinato a manos de los terroristas de ETA.

No tengo mucha esperanza en que este nuevo episodio de golfería al calor de una formación política sirva de revulsivo, a tenor también de experiencias anteriores, porque en este país nuestro que se hunde cada día un poquito más la corrupción  es casi gratis para quienes la ejercen. Mucho cabreo pero poco más y los responsables no sólo estan en los partidos políticos sino en un conformismo instalado en la sociedad que no va más allá de la pataleta en la barra del bar o en la oficina. Y esta debilidad, la clase política de este país la conoce y  gestiona muy bien. Al tiempo.

 

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