Alacranes en su tinta

Tomo prestado el título de una novela del escritor Juan Bas con la que me reí un buen rato en su día ( una loca historia de gastronomía y humor negro ) al conocer que la ONU recomienda el consumo de insectos para combatir el hambre. No es coña. La situación debe estar muy jodida cuando una organización de este calibre propone semejantes alternativas.

En nuestro país no hemos llegado a plantearnos este extremo todavía, quizá por el rechazo cultural a la ingesta de insectos, aunque visto el discurrir de la crisis  nada es descartable. Corren peligro, por tanto,  lagartijas,  alacranes, cucarachas, cigarras, saltamontes, abejas e incluso hormigas, entre otras especies.  Una vez salvado el previsible grito en el cielo de organizaciones conservacionistas y entomólogos radicales, ya imagino a nuestros grandes chefs adiestrándonos, vía televisión, en la preparación de suculentas recetas de  empanadas de grillos, croquetas de hormigas, alacranes en su tinta,  o lagartijas al pil-pil. Tantos años de excelencia gastronómica, tantas estrellas Michelín, para acabar en esto. Conmigo que no cuenten, me hago vegetariano y punto, aunque tenga que apechugar con una mono dieta de alfalfa.

Aquí estamos últimamente más acostumbrados a la dietas Merkel o FMI esas que ofrece recortes, reducción del déficit y paro y que con tanta diligencia y eficacia  cocinan en el gobierno del chef Rajoy.

Hay otras cocinas donde imperan los nervios y son las de los partidos políticos de este país. Las últimas encuestas – desconocemos si bien o mal cocinadas- reflejan que el bipartidismo puede acabar de la misma forma que la crisis lo hace con la esperanza de millones de ciudadanos. Y como cada cual mira por su intereses, en el PSOE ya saltan señales de humo. Ramón Jáuregui, coordinador de la Conferencia Política de su partido de cara al próximo otoño avisaba a sus colegas que la desconfianza de la sociedad en los políticos puede tener consecuencias nefastas: » o cambiamos o nos echan» argumentó.

En el PP dicen que esta desafección es coyuntural debido a la crisis, y que vendrán aguas más tranquilas, en un alarde autoconfianza sostenida por el  aborregamiento  general e histórico del personal, salvo contadas excepciones. Curiosamente la dieta de la crisis no ha llegado todavía ni a partidos políticos ni a la fenomenal maraña de administraciones que sustentamos. Pegarse un tiro en el pie no está entre las intenciones de la clase política que nos gobierna, no seamos incautos.

Quien no hubiera tragado con un menú a base de insectos es el gran Alfredo Landa, recientemente fallecido. Coincidí con él  en sus veraneos donostiarras, donde era frecuente verle en  las mejores barras de pintxos de la ciudad  o provisto de delantal en la sociedad gastronómica que frecuentaba con su fiel cuadrilla de amigos.

Les dejo un fragmento de una de sus películas más felices, La Vaquilla, de Luis García Berlanga.

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