Debe estar el ministro de Educación y Cultura José Ignacio Wert hasta los mismísimos de que le nieguen el saludo en actos oficiales, abucheen en universidades e incluso suspendan actos académicos ante el mero anuncio de su presencia y además pidan, día si y día también, su dimisión. Claro está que el ministro hace gala de crecerse ante el castigo por emplear un símil taurino, asunto tan políticamente incorrecto en estos tiempos.
Lo de que debe parecerle el colmo es que vengan de fuera a ponerte a caldo. Así lo ha hecho el director de cine francés Bertrand Tavernier en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián , donde ha calificado de» aberrantes» algunas de las declaraciones del titular de cultura español.http://mun.do/15RVmZ6
Tavernier, por cierto, presentaba su última obra: Quai d´Orsay, una parodia del ex-ministro francés Dominique de Villespin. El director francés es un tótem del cine galo y europeo y entre su filmografía destacan Capitan Conan , una duro alegato antibelicista, y Hoy empieza todo, sobre un director de colegio en un suburbio de París que recomendamos encarecidamente al ministro Wert en su variante de responsable de la cartera de Educación.
Lo cierto que es repasando someramente el plantel de ministros de cultura de este país, el panorama no es que sea desolador, es que no tiene un pase. Si obviamos a Pío Cabanillas o Iñigo Cavero que ocuparon el ministerio por cuota de partido en los tiempos de UCD, tan solo el historiador Ricardo de la Cierva, tenía en aquella época un vínculo claro con el tema cultural. Que decir de algunos socialistas como Javier Solana, ministro de cultura del primer gobierno de Felipe González y que acabó de… secretario general de la OTAN. Los defensores de Solana subrayaban su parentesco (nieto) con el historiador Salvador de Madariaga como pedigrí cultural.
No fue hasta la llegada de un intelectual como Jorge Semprún cuando el ministerio fue ocupado por alguien del gremio con cierto fuste. A Semprún, ensayista, escritor, guionista de cineastas como Costa-Gavras, Josep Losey o Alain Resnais ; luchador antifranquista en las filas del PCE hasta que lo purgó en los años 60 la deriva estalinista de Santiago Carrillo, le achacaron que había desarrollado casi toda su vida en Francia, aunque podían acusarle también de haber sobrevivido al campo de exterminio de Buchenwald, como reflejó en su obra más conmovedora « La escritura o la vida«. El caso es que Semprún que nunca militó en el PSOE acabó hasta las narices de las gilipolleces de Alfonso Guerra, que se las daba de fino intelectual para colar, viniera a cuento o no, su admiración por el poeta Antonio Machado y por el compositor Gustav Mahler y dimitió antes de acabar la legislatura(1988-91)
Otros titulares de la cartera de cultura que no dejaron precisamente huella fueron Esperanza Aguirre ( 1996-99), Mariano Rajoy (1999-2000) o la socialista Carmen Calvo (2004-07).
Con semejante panorama no es difícil que la mala fama traspase fronteras, aunque a Tavernier le va a caer una rociada de improperios patrióticos que reflejarán sin duda el nivel de nuestra cultura.