Debe ser la edad pero reconozco que cada vez aguanto menos los eventos de tipo cultural consistentes en reparto de premios, sean cinematográficos como la entrega de los Oscar o los menos glamurosos Goya, los devaluados Nobel– salvo excepciones- y otros cuantos. Sin embargo este año he puesto atención a la ceremonia de los Premios Príncipe de Asturias que tiene por sede el Teatro Campoamor de Oviedo, recinto del que guardo un pésimo recuerdo en forma de lumbalgia, tras permanecer un par de horas en una de sus incómodas butacas, en un evento nada cultural al que tuve que asistir hace unos años por imperativo laboral. Pero esa es otra historia.
Mientras escucho a Ane Leibovitz su discurso de agradecimiento y las cámaras enfocan la tupida y canosa barba del escritor Muñoz Molina, me pregunto quién habrá tenido la feliz idea de agasajar a premiados y Príncipes con un almuerzo, previo a la entrega de los galardones, consistente en una fabada. La combinación de las butacas del teatro, discursos y la digestión de las populares fabes es capaz de producir gases de consecuencias no deseadas que ríase usted del Boson de Higgs. Y mientras los científicos recogen su premio por los estudios en el campo de la física cuántica, me acuerdo de cómo esta el patio de la investigación en España gracias a la crisis y los recortes del gobierno y apago la tele antes de que suene el «Asturias patria querida» que me sigue pareciendo una coña humorística mas que un himno.
Y para coña ego-maníaca otra muestra del carácter hispánico: el ex presidente del gobierno Felipe González crea la Fundación Felipe González con el objetivo de promover el estudio de su propia figura. ¿ No es conmovedor? El expresidente socialista va más allá que su homólogo Aznar con su FAES y se auto estudia. ¿Se acordará de episodios como la corrupción, el GAL, los fastos del 92 que provocaron la devaluación de la peseta (¡ joder la peseta, que lejos queda!) y otros asuntos poco salvables de su por otro lado también elogiable liderazgo en otros aspectos? En fin, corremos el riesgo de que presidentes actuales o pasados imiten a González y tengamos por ejemplo la Fundación Juan José Ibarretxe, Francisco Camps, Jordi Pujol, o la Paulino Rivero, sin ir mas lejos, y así hasta el infinito porque en 35 años de democracia hemos y seguimos alimentando a más presidentes de gobierno, autonómicos, de diputaciones y cabildos de los que podamos recordar. Una indigestión y sin comer fabada.
Buster Keaton también sufría problemas digestivos.