Lo malo de ir de vacaciones es que hay que volver. Esta aguda reflexión es la de un enano de poco más de diez años que va tomando el pulso a la vida desde su mirada llena de inocencia y de lógica aplastante. Volver a casa después de un mes donde se ha cambiado de paisaje y de paisanaje, sirve para constatar que algunas cosas cambian y otras no. Se añaden arrugas y canas a quienes no has visto en un año, y compruebas que las historias que te cuentan amigos y familiares -a quienes tienes un poco dejados de la mano- no varían en su fondo: los problemas del trabajo (el que lo tiene), los niños que crecen, los achaques de salud o las variantes de críticas aceradas sobre los gobiernos, bien sean nacionales, autonómicos o locales. Ocurre lo mismo aquí, en Canarias, que a dos mil kilómetros de distancia, da lo mismo el acento con el que uno se exprese.
Conviene darse un garbeo por otras latitudes para comprobar, por ejemplo, que en el norte de la Península llueve incluso en verano y que los días de calor en las ciudades se convierten en crematorios de ciudadanos que vuelven a añorar las nubes que dejaron días atrás. Y que las playas se abarrotan ante el primer rayo de sol, y que los helados, allí, son sólo para el verano.
Ocurren hechos cuya percepción no varía: el fracaso de España en el Mundial (¡qué lejos queda ya!); el horror de los bombardeos de Gaza, o la jeta del molt honorable Jordi Pujol al confesar, mediante un par de folios, que tenía un pastizal en el extranjero sin declarar, porque en 34 años no había tenido un momento para hacerlo. Hay cosas que no cambian.
Y cuando vuelves, sabes que muchos de tus amigos esperan con impaciencia el momento de hacer las maletas y darse el piro, con vacaciones recortadas por la crisis: una semanita en Maspalomas, diez días en El Médano o una corta visita a en la Península para conocer Cuenca, que también existe.
Si has tenido la precaución de pasar unos días sin periódicos, percibirás que en el PSOE ya no está Rubalcaba sino un tal Pedro Sánchez, que Rajoy sigue anunciando la buena nueva de que crecemos económicamente como esporas y que a más de uno se le va a atragantar la chiquillada esta de los chicos de Podemos. Al tiempo.
P. D: entre lo mejor de estas vacaciones, ver al gran Ray Davies en la playa de Ondarreta. ¡Kinks forever!