
Un instante del concierto del sábado en el Auditorio de Tenerife
Desde hace unos pocos años, no llega a la media docena, el mes de junio guarda una cita musical imprescindible para los alumnos, profesores, padres y amigos de la escuela de música La Garrapatea, de Santa Cruz de Tenerife. Es la conclusión de un curso en el que niños y niñas de los 4 a los 16 años, aproximadamente, desvelan su conexión con la música, el contacto con una disciplina que abre nuevos mundos, que permite aflorar experiencias y concluye con una muestra sorprendente donde tienen cabida, boleros, valses, tangos, habaneras, y piezas de la música universal (lo de clásica me suena rancio).
El caso es que el pasado sábado, la Sala de Cámara del Auditorio de Tenerife Adan Martín fue el lugar de encuentro donde corroborar con hechos irrefutables, que la enseñanza musical de La Garrapatea que con tanto entusiasmo y sabiduría dirigen los músicos Gonzalo Cabrera e Inmaculada Marrero, florece en el alma de los pequeños alumnos, que sostienen entre sus delicadas manos violines y chelos, de los que brotan notas musicales que componen sencillas canciones (la mayoría de las veces) para gozo y pasmo del público asistente.
Los niños interpretaron canciones compuestas expresamente para su educación musical como “Habanera” de Gonzalo Cabrera, pero también piezas reconocibles del folclore británico como “The Devils Dream”. En el concierto también pudieron escucharse piezas de Tchaikovsky, Telemann o Händel, y sonaban de maravilla. Destacada fue también la interpretación por la Pequeña Orquesta de La Garrapatea de la “Guajira” del maestro Luis Cobiella y de “Recuerdos” con letra del escritor y periodista Luis Ortega Abraham que presente en la sala, se llevó una de las ovaciones más sentidas de la velada.
Junto a Gonzalo e Inmaculada también trabajan un puñado de profesionales de primera línea como Iballa Suárez, Silvia Díaz, Candelaria González, Andrea Rodríguez, Fabiola Expósito,Celia Montelongo, las hermanas Raquel y Nuria Herrero e Ivanhoe Rodríguez (perdón por si olvido a alguien).
Puede que ninguno de los alumnos llegue a formar parte de una gran orquesta sinfónica, o puede que sí. Lo que esta claro es que, desde ya, atesoran un amor por la música y unos conocimientos suficientes, para que durante el resto de sus vidas la música y el contacto con los instrumentos sea parte indisoluble de su experiencia vital, algo que les abrirá la mente y quizá nuevos mundos.
Enhorabuena a La Garrapatea y a su novedoso sistema de enseñanza. Hasta el año que viene.