El escritor y filósofo piamontés Umberto Eco, aseguraba que conocer la variada cocina italiana «supone descubrir las diferencias de lenguaje, de gusto, mentalidad, genio, sentido del humor, actitud ante el dolor o la muerte, locuacidad o silencio de sus gentes».
Un paisano suyo, el chef Carmine Angelo Parisi (Turín 1974) de amplia experiencia internacional y con 2o años en las islas, ha hecho una valiente apuesta para ofrecer en Santa Cruz de Tenerife un mosaico gastronómico de la cocina regional italiana. Su templo se llama La Trattoria, un magnífico local de estilo modernista, ubicado en la calle Dr. Allart 28, de la capital tinerfeña, donde Carmine, más conocido como Chef Ka, da rienda suelta a su conocimientos con una carta amplia donde pueden descubrirse platos origen siciliano, piamontés, napolitano o sardo, hasta recorrer gastronómicamente toda Italia y sin olvidar guiños a los productos canarios.
La carta
Entrantes como el Vitel tonné, Tartar de atún con tostadas; ensaladas bresaola, de bacalao y cítricos; pastas y rissotos al Brucio, a la Amatriciana, Maccheroni verdes con salsa de queso y tomate napolitano… pizzas elaboradas con cinco harinas , sin levadura, por lo tanto más digestivas, como la tradicional Margherita, la vegetariana, la de anchoas y alcachofas, o la canaria con cochino negro, y queso taleggio. No faltan carnes y pescados, como el escalope a la Marsala, el atún a la siciliana, el bacalao con piperrada. Y de postres: tiramisú, Panna cotta o Piña del El Hierro braseada. La única dificultad es qué elegir ante semejante oferta.
La cata
Probar una decena de los platos de La Trattoria es un lujo para el paladar y la vista, sobre todo, si además, te explica su origen y el desarrollo de la receta el propio Chef, desde el Chocolate, parmesano y mantequilla que evocan recuerdos infantiles del Piamonte, a la burrata con tomate cherry canario y aceite de vainilla y albahaca o el Vitel tonné, sin olvidar el Tartar de atún con alcaparras y pepinillos.
La pizza margherita es un bocado delicado gracias a la combinación de harinas para elaborar su base, nada que ver con las habituales, y los raviolis, sobre todo el de calabaza y el de riccotta tostada, espinaca y requesón, una llamada a la glotonería. Si bien el sorbete de pomelo adolece de un amargor excesivo, la traca final es de nota.
Los Maccheroni verdes con salsa de queso y tomate napolitano son una delicia a no perderse, lo mismo que el bacalao encebollado con piperrada. Para cerrar, los golosos tenemos suerte con la Panna Cotta , el delicado tiramisú y una piña de El Hierro braseada imponente.
Chek Ka
Carmine, o el Chef Ka- como le gusta que le llamen– es un hombre apasionado, un torbellino al que no me gustaría enfrentarme ni para jugar al mus. En su hábitat natural, la cocina, da órdenes, salta de un puesto a otro, mientras esconde bajo una mirada risueña lo que el corazón de dicta: un amor sin límites por la cocina de su país y de la tierra que le acoge. Su equipo es corto y le conoce bien: no deben esperar que perdone un error, y es el primero en asumir los suyos. En definitiva: es la pasión andante, de la vida y de la cocina.