Quantum Ensemble, una experiencia musical admirable


Los expertos en derecho saben que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento y al acabar el jueves el concierto que Quantum Ensemble ofreció el en Auditorio de Tenerife me vino esta máxima a la cabeza. ¿Cómo es posible que no tuviera conocimiento de este conjunto de música clásica- más allá de haber visto algún cartel promocional- y no tuviera la inquietud de conocer su trabajo? Imperdonable, no hay excusa.

Quienes acudieron el pasado jueves a la Sala de Cámara del Auditorio, asistieron a un concierto habitual de los que Quantum Ensemble ofrece desde su fundación, hace ya casi 5 años y que no es un concierto al uso. Su núcleo fundacional lo forman tres músicos tinerfeños excepcionales: Cristo Barrios (clarinete); David Ballesteros (violín) y Gustavo Díaz- Jerez (piano), todos con un currículo profesional que quita el hipo por lo extenso y de nivel internacional.

El programa ofrecía Cuento de hadas de Robert Schumann para clarinete, viola y piano; Hommage a Schumann de György Kutág; Naschtstück de Jórg Widmann para clarinete, violonchelo y piano y por último el Trio Op.114 de Johannes Brahms para viola, violonchelo y piano. Y en esta ocasión  Cristo Barrios y Gustavo Diaz- Jerez se hicieron acompañar por dos músicos de talento indudable: el ucraniano-británico Maxim Rysanov a la viola y el bilbaíno Asier Polo al violonchelo, que durante años acompañó al gran tenor gran canario Alfredo Kraus.

Y con estos mimbres el concierto se desarrolló con una somera explicación de cada una de las piezas a cargo de Cristo Barrios y de Gustavo Diaz-Jerez, algo infrecuente en estos acontecimiento musicales pero habitual en los de Quantum Ensemble. Así que los presentes agradecimos de corazón los apuntes. La obra de Schumann dejó al respetable sin aliento al punto que Maxim Rysnov tuvo que hacer un gesto para que el público reaccionara, con aplausos, a la excelente interpretación del trío.

Las obras menos conocidas -o desconocidas para muchos de los presentes- del programa, las de Kurtág y Widmann, sorprendieron por el poder hipnótico de su música. «Es música que atrae al público» explicaba poco antes del concierto el experto profesor Víctor Durá-Vilá. A tenor de los aplausos que recibieron los intérpretes, con un Cristo Barrios brillante y cimbreándose con su clarinete, la música atrapó sin remisión al público.

El último plato de la velada, la obra de Brahms, fue el acabose. Asier Polo recorría las cuerdas de su violonchelo a ritmo unas veces frenético y otras pausado, con una intensidad contagiosa. La viola de Maxim Rysanov engarzaba con la interpretación del trío disfrutando y haciendo disfrutar; mientras que el piano no dejaba resquicio compactando la música que escribiera Brahms es sus últimos días como compositor.

Dos veces reclamó el púbico la presencia de los interpretes al final del concierto, mientras estallaban sus manos en aplausos sinceros y emocionados. La velada lo había merecido, sin lugar a dudas.

Quantum Ensemble es para quien no los conozca una joya musical con poso canario, brazos y mente abiertos al mundo de la interpretación  y con una vocación por acercar la música clásica al público encomiable, como lo acreditan sus actuaciones, clases magistrales y colaboraciones desinteresadas de carácter social. Un orgullo para la cultura de Canarias.

No hay excusa para ignorar a este conjunto y sus conciertos que son toda una experiencia musical. Serán reos y sentenciados por perder la oportunidad de disfrutar y aprender de la música que ofrece este «Conjunto Cuántico».

 

 


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