¿Qué hacen dos tinerfeños, un vasco y una holandesa en el Auditorio de Tenerife?, pues muy sencillo: ofrecer un concierto memorable provistos de sus instrumentos e interpretando obras de Maurice Ravel, Eugéne Ysaÿe y Töru Takemisu. ¿Cuándo?, el pasado jueves y ¿cómo fue?, les cuento como lo vi.
Vaya por delante que Quantum Ensemble presentó, como es habitual, una alineación de lujo: la violinista holandesa Frederieke Saeijs, con un curriculum impresionante; al violonchelo el bilbaíno Asier Polo, uno de los mejores del mundo y no es una bilbainada, y los tinerfeños Cristo Barrios al clarinete y Gustavo Díaz – Jerez al piano, ambos de prestigio musical incontestable.
Los conciertos de la Ensemble tienen siempre un toque pedagógico y si no pudieron asistir a la conferencia previa del tinerfeño Gustavo Trujillo, profesor en el Conservatorio de Ámsterdam, los propios músicos se encargaron de ofrecer una pequeña introducción a sus interpretaciones. Frederieke Saejis nos contó que tocaba con un violín del veneciano Pietro Guarneri de casi 300 años, fabricado por la familia de luthiers que proveían, por ejemplo, al gran Niccoló Paganini.
Más que el violín nos impresionó la ejecución de la Sonata nº2 para violín solo de Eugéne Ysaÿe, violinista y compositor belga, profesor de la reina Elisabeth que da nombre a uno de los concursos más prestigiosos de Europa. Frederieke Saeijs consiguió transmitir al público la sutileza, fuerza y variedad de la obra de una manera magistral, virtuosa y sentida. Al acabar recibió una larga y entusiasta ovación. No era para menos.
La segunda parte del recital con la Quantum Ensemble al completo se enfrentó al Quartrain II para violín, clarinete, violonchelo y piano de Töru Takemitsu, compositor japonés a quien no teníamos el gusto, pero que resultó una agradable sorpresa. Su música como su vida refleja el drama belicista de la Segunda Guerra Mundial. No es una composición fácil, requiere una disposición de escucha distinta a obras más melódicas, pero es una experiencia fascinante, guste o no. Cristo Barrios estuvo impecable, como sus tres compañeros.
Para finalizar el concierto un compositor francés con raíces vascas, Maurice Ravel, con su obra Trío en La menor M.67 para violín, violonchelo y piano. La composición de Ravel esta trufada, sobre todo en el primer movimiento, por melodías de su tierra natal vasco francesa, Ciboure. La interpretación del trío fue memorable. Asier Polo fundía la expresión musical extraída de las cuerdas de su violonchelo, con la melodía del piano de Gustavo Diaz-Jerez, mientras Frederieke Saeijs aportaba brillantez con su participación en la interpretación. El público quedó sin resuello, como los músicos, pero las ovaciones y los ¡bravo! fueron sinceros y agradecidos.
Un pero al concierto y no es para los músicos ni para el programa. Quantum Ensemble ofrece delicatessen en cada una de sus actuaciones, con programas donde cabe la sorpresa sin estridencias y con músicos de primer nivel. ¿Cómo es posible que la respuesta del público sea tan rácana? Es un deber de quienes conocen a esta agrupación musical difundir sus bondades, pero uno no se explica como estudiantes y aficionados al violín, violonchelo, clarinete y piano, a la música en general, no corren a la taquilla ante semejante oferta.Y además en casa, en Tenerife.
Si fuera a aprendiz de futbolista y jugaran en el Heliodoro Messi, Ronaldo, Maradona o Neymar iría si dudarlo. Pues eso, tomen nota y no dejen pasar la próxima oportunidad de ver la propuesta de Quantum Ensemble. Van a disfrutar.