
Foto de «familia»
Si William Shakespeare ya mencionaba hace siglos en sus obras los vinos de Canarias, no vamos nosotros ahora a descubrir nada extraordinario sobre los caldos de las Islas. Más bien, conviene a los amantes de la viticultura y la enología no perder la pista del dónde, cómo y por qué de este patrimonio gastronómico y cultural que nos ofrece este tierra volcánica, tan variada, rica y peculiar como sus vinos.
Es una suerte conocer a gente entusiasta de los caldos de las islas, como Rasa Strankauskaite, profesora de sumillería, gracias a la cual tuve el privilegio, junto a un grupo de sus alumnos, de compartir hace unos pocos días de una jornada inolvidable por lo aprendido y disfrutado.
Se trataba de visitar una finca, en Guamasa (Tenerife), donde dos ángeles guardianes del patrimonio vitivinícola de Canarias, custodian y miman el tarro de las esencias de las variedades de vides que luego pueblan los viñedos del Archipiélago. Uno de ellos es Francisco Javier González Díaz, ingeniero agrónomo y colaborador científico del departamento de suelos y riegos del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), que con paciencia bíblica nos fue mostrando a lo largo de 126 hileras, las variedades de vides, como la popular Listán, Verdello de El Hierro, Vinariego negro, Albillo criollo, y decenas más. Sólo quien conoce, ama la tierra y lo que produce puede hablar con tanto conocimiento y sentimiento como lo hizo este experto.
Lo bueno de visitar una finca con viñedos, es que más tarde o temprano te van a ofrecer la oportunidad de probar el fruto de esas vides, y de ello se encargó otro entusiasta de la viticultura, Luis Romeu Urcelay, también ingenio agrónomo y experto en enología del Servicio de Fomento y Promoción del ICIA.
No es que uno este acostumbrado a estas lides, pero catar vinos a media mañana puede alegrar el ojillo y el espíritu a más de uno. Menos mal que estaba junto los alumnos de la escuela de sumiller, jóvenes avezados como Nisamar, Marcos, Bárbara (¡que gran voz, mi niña), y así hasta una docena (perdón por no acordarme del nombre de todos) que demostraron con sus catas estar versados en olores, sabores, retrogustos, y lágrimas…de los vinos.
Doce fueron los vinos catados procedentes de otras tantas variedades de vides: Marmajuelo de Taganana, Diego, Albillo Criollo, Verdeo de Azores, Verijadiedo, Forastera Gomera, Malvasía volcánica, Listán negro, Negramoll, Verdello de El Hierro dulce, y Verijdiego dulce.
¿Qué cómo se sale vivo de esta cata? Muy sencillo: pequeños buchitos y buenos quesos palmero y majorero para acompañar. La compañía hace el resto.